John Donne 1573-1631 -Canción.
Vete a coger la estrella fugitiva,
y en tu fecundo estado arranca la mandrágora;
dime donde están los años que pasaron,
a quién clavó la garra del Diablo.
Me enseñarás a oír canciones de sirenas,
y a detener la púa de la envidia.
Y acertarás
el viento
que ha de llenar un pecho de lealtad.
Si naciste con ojos visionarios,
que lo invisible extrañamente miran,
cabalgarás diez mil días y noches,
hasta que el Tiempo nieve tus cabellos.
Me contarás el día que regreses
las maravillas que vistes ante tus ojos.
Y no jures
que vive
una mujer leal y verdadera.
Si la encontraras, haz que yo lo sepa,
dulce sería tal peregrinaje.
Mas no me avises; no la buscaría,
aunque en la puerta próxima estuviera.
Porque aunque fuese fiel cuando la hallaras,
y aún lo fuera al tiempo que escribías,
en tanto
yo llegaba
podría haber mentido a dos o tres.
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La poesía metafísica de John Donne en otoño tiene su estación ideal.
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